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La criptoestafa desnudó al rey y a la corte

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Tras el shock inicial por la criptoestafa internacional creada desde la cúpula del Poder Ejecutivo nada volverá a ser como antes. Existe un nuevo país en el que la desnudez del rey está a la vista. Sin embargo, el poder económico reacciona rápido y ya puso en marcha el control de daños. Sabe que lo importante es la continuidad del plan.

Pero acostumbrado a encontrar oportunidades hasta en las peores crisis, el dato nuevo para el gran capital es que el poder presidencial quedó debilitado, lo que presenta la virtud de una mayor “condicionabilidad” que la existente antes del tuit promocional del pasado viernes. La advertencia de Mauricio Macri y los restos de su sello político de que no avalará el juicio político que propone la oposición “en esta instancia” es una buena muestra de la nueva «condicionabilidad». Una predicción probable es que el Presidente deberá dedicar sus años venideros al tránsito por distintos tribunales, especialmente en los extranjeros, los que seguramente le serán menos amables que los locales. Sin embargo, y este es el punto central, ello de ninguna manera significa que su gobierno terminará mañana.

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Quienes siguen desde siempre los avatares de la economía local seguramente están familiarizados con la expresión “la confianza de los mercados”. Aunque la crítica progresista sostenga que los mercados no son una entidad real y, por lo tanto, no le son atribuibles estados de ánimo, no se trata sólo de una muletilla de la ortodoxia. La “confianza de los mercados” es algo bien concreto, es la confianza del gran capital que se expresa en incontables decisiones cotidianas de compraventa, una confianza que resulta fundamental para el éxito o el fracaso de cualquier plan económico, lo que es especialmente relevante en el actual estadio plutocrático del capitalismo.

Los gobiernos nacional populares siempre debieron negociar con el gran capital que, sin embargo y sin importar las concesiones conseguidas, nunca dejó de ver a estos gobiernos como enemigos. Por eso las administraciones nacional populares, a diferencia de las de derecha, tensionan por definición la lucha de clases. No obstante, la confianza del capital puede afectar a todos los gobiernos. El cambiemismo, por ejemplo, perdió esta confianza en 2018 luego de pasarse de rosca con el endeudamiento y con los resultados conocidos. En tanto y hasta hoy, el principal activo del gobierno de Javier Milei era la confianza absoluta de los mercados. Sin esta confianza, ganada a fuerza de podar el Estado, resultaría inexplicable que un gobierno con reservas internacionales netas negativas haya conseguido clavar durante tantos meses el precio del dólar, lo que a su vez fue la clave de una estabilidad macroeconómica ficticia. Dicho de otra manera, el blanqueo de capitales que permitió sostener el dólar y en consecuencia desacelerar la inflación, fue motorizado por esta súper confianza. Por esta misma razón, el principal problema macroeconómico que deja la criptoestafa es haber hecho volar por los aires la confianza.

En una segunda línea de análisis, la criptoestafa no desnudó solamente al rey, sino que blanqueó, hizo evidente para una porción mayor de “los argentinos de bien”, una suma de metodologías propias de “la casta” que hasta hoy sólo eran familiares entre los más politizados. La primera fue el destape del tarifamiento del acceso al Presidente, un hábito que ya había sido denunciado cuando se excluyó a un tradicional orfebre de la provisión del último bastón presidencial, o de forma más extendida, con la venta de las candidaturas legislativas en las últimas elecciones. La diferencia entre aquellos tiempos de candidato y el presente es que en los peajes habría aumentado notablemente el número de ceros a la derecha. Nunca, como suele justificarse, para beneficio personal, sino para “financiamiento de la política”, el viejo “robo para la corona”. Imagine además el lector que en el presente ni siquiera hay obra pública. En adelante a LLA le será difícil tapar el sol con las manos vociferando que los corruptos son siempre los otros.

Finalmente, cuando ya no quedaba nada de qué sorprenderse, llegó la frutilla del postre. El presidente denunció que la acusación de criptoestafa era en realidad una operación del periodismo ensobrado para correrlo, el mismo periodismo que denunció el animador. Y de paso metió en la bolsa a uno de los líderes de la oposición colaborativa que ayudó a pasar todas sus leyes por el Congreso, la misma oposición que puede bloquear su juicio político. El realismo mágico latinoamericano ataca de nuevo.

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